jueves, 6 de enero de 2011

Reflexiones II

Por fin! Por fin pude hablar con ella. Cada momento, incluso por tonta que fuera la conversación, lo disfruté al máximo. Y por lo que he visto, somos muy parecidos. Tenemos muchísimas cosas en común, acabaría antes diciendo aquello en lo que no coincidimos, pero es una pena que todo sean castillos en el aire. Posiblemente quede como una muy buena amistad, por mucho que yo quiera que vaya más allá.

Todos me dicen que poco a poco, que seguro que lo consigo, que esta es mi oportunidad, y la verdad es que todo está más a favor que nunca, y no puedo evitar ilusionarme y pensar como sería todo, y como dejaría de serlo. Me encanta todo lo que imagino, de verdad. Pero es ir demasiado rápido, y seguro que ahora mismo ni quiere verme. Posiblemente, puede que todo se quede en mucho hablar, pero después nada, ni siquiera salir a tomar algo.

Es una pena que tenga tanta poca confianza en mi mismo. Con algo más de confianza y menos vergüenza, aunque no cambiara nada, podría estar más seguro, echarle más cara y decirle todo. Yo creo que es mala suerte. He tenido muy malas experiencias y, a pesar de los momentos buenos que he pasado, a mi se me quedaron grabados a fuego aquellas cosas que te merman, que hacen que te vengas abajo.

No importa cuantas veces me repita que esta vez no me va a pasar, que mi pensamiento no cambia. Solo puedo prometer una cosa: lo intentaré, no importa cuanto tiempo me lleve, porque ahora más que nunca SÍ se lo que quiero. Solo me queda continuidad y, si Dios quiere, mis sueños se cumplirán.

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