martes, 16 de octubre de 2012

Felicidad

Es curioso como puede cambiar nuestro estado de ánimo de la noche a la mañana. Hace una semana era presa de mis peores momentos, de la tristeza que trae lo malo. Hoy soy feliz, y todo ha sido gracias a un viaje.

Quería salir de aquí este puente del Pilar, quería desconectar, necesitaba desconectar. Hablé con mi grandísima hermana Lourdes y ella se encargó de organizarlo todo y decidir el destino: Almería. Tras hablar con varias personas y arreglar cómo sería la sorpresa a dar, nos dispusimos a coger el Jueves el tren mi hermano Moya y yo. Una vez allí, pudimos darle la sorpresa a Marina gracias a su hermana Ale, y ver como su alegría por nuestra presencia fue yendo de menos a más. Y tuvimos que trabajar duro para que, tanto ella como Nana, no sospecharan que Lourdes vendría al día siguiente.

Eso fue mas o menos nuestra llegada, y no relataré la despedida porque fue, para mi, muy triste. Los días que pasamos allí, personalmente inolvidables, los guardo para nosotros. ¿Porqué fue esto tan importante para mi? Es sencillo: he ido a un sitio donde había gente que conocía de muy poco tiempo, y podía haberme visto en la calle. Y resulta que aquellos que creía que no me conocían me han demostrado que son personas con un corazón de oro. Personas que me han acogido, me han querido, han "llorado" y reído conmigo. Han compartido sus vidas igual que yo compartí con ellos la mía. Me he sentido querido, que es muchísimo más de lo que puedo decir de muchas personas con las que vivo mi día a día aquí en Sevilla.

Una vez dicho todo esto, no me queda más que daros las gracias a todos. A Lourdes, porque desde el primer momento comprendió por qué este viaje era importante para mi e hizo todo lo posible para que pudiese hacerlo. A Moya, por animarme y estar pendiente de esos pequeños detalles desde la sombra. A Marina, por quererme como al que más pese a que nos conocemos desde hace bien poco. A Jose Luis, por demostrar que ser feliz y tener una sonrisa en la cara depende de uno mismo (y un poco de los demás...). A Nana, por enseñarme que hay saber perdonar, pues lo importante es el amor. Y no me puedo olvidar de Ventura que, pese a que no la pude conocer en este viaje, se que Dios me dará la oportunidad de conocerla y de decirle alguna "tontá" (¡pero me caes genial!). GRACIAS.