Y es que llegó un día, no hace mucho, en que vi que la barra no era tan alta como parecía, que la podía saltar sin problema, y así lo hago desde entonces. Es un poco como el problema del vaso medio lleno medio vacío. Es todo cuestión de como lo mires, pero también es verdad que hay mucho tema psicológico ahí. En mi caso, una gran alegría en mi ámbito personal ha hecho que la barra sea fácil de saltar, cuando antes ni siquiera lo intentaba.
Con esto no quiero decir que todos tenéis que hacer lo mismo que yo, pero las directrices las veo bastante claras. Buscad algo que os apasione y enamoraros de ello. Poned todo el amor que tengáis en esos actos que, aunque sean mínimos, os dan la vida cada día. Y así, con eso tan simple pero tan complicado, seréis capaces de saltar la barra todos los días.
¡Me encanta verte con tan buena actitud! ¡Me alegro mucho!
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