viernes, 2 de septiembre de 2011

Lluvia

Estos días empieza la lluvia. Me gustan los días lluviosos, me recuerdan lo que pudo ser. Estos días me gusta mirar al cielo y escuchar una canción de día lluvioso. Son costumbres, raras, pero que me ayudan a pensar con claridad.


Y, aunque eso ayuda, no siempre funciona. Llevo todo el verano pensando si irme el curso que viene de Erasmus. A simple vista, es una decisión fácil: ¿irte al extranjero, a unas "vacaciones pagadas", sin nadie que te vigile? ¿Dónde hay que firmar? Pero no es oro todo lo que reluce. Me encantaría poder decir "si" con los ojos cerrados, sin pensar nada más que en mi, pero es algo más complicado.

Tengo esa sensación de que todos los que me rodean me necesitan, pero no lo siento. Es como si, cuando me fuera de aquí, tan lejos, todo se va a desmoronar por mi ausencia. Y parece que soy muy egocéntrico, pero es todo lo contrario. No quiero ni que pase, ni tener esa sensación. Siempre me ha gustado que, el que me haya necesitado, aunque sea para lo más nimio, me lo haya dicho y, el que no, que me diera la patada. Y me gustaría que siguiera siendo así, solo que ya no es posible. Aunque lo que he dicho sea mentira, la sensación la sigo teniendo y, por desgracia, no tiene pinta de desaparecer.

Incluso iría más lejos. Desde que tengo uso de razón, nunca he querido involucrarme en algo emocional. Los problemas de los demás, para los demás y los míos, míos. Una buena amiga me hizo ver que así no era, pero poco consiguió cambiarme. Los míos, míos y los de los demás, veré que puedo hacer. Y ahora, queriendo cambiar por mi cuenta, cuando intento compartir los míos, la gente no me echa cuenta, se lo toma a broma. Quizá es un reflejo de este mundo: todos necesitamos ayuda, pero ninguno la ofrece. Yo me ofrezco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario